10/19/2009
Santiago Estrella Garcés Corresponsal en Buenos Aires
Hasta fin de este mes, el pintor ecuatoriano Carlos Rosero mantendrá abierta su ‘Valija de Viajero’ en Buenos Aires. Así se llama su exposición que se está exhibiendo en el Centro Cultural de la Cooperación, uno de los más importantes de la av. Corrientes.
Quizá no haya mejor nombre para una exposición que el de viajero. “Siempre se prefieren exposiciones temáticas -explica el autor-, pero esta vez dije que no, ya que, al tratarse de un viaje, mejor armo una con calcetines, camisas, y todo lo que uno necesita”.
Por eso, esta exposición es una suma de series, como Clips, su último trabajo, Nudos embriagados, Ciudad anudada, pero también cuadros sueltos. “Es que se trata de ser viajero de la cultura por Latinoamérica, porque siempre me pregunto, ¿qué pasó con el arte ecuatoriano en Argentina, pero también qué pasó con el arte argentino en Ecuador?”.
La integración es lo que interesa mucho a Juano Villafañe, director artístico del Centro Cultural. “Esta posibilidad brinda el debate de la integración latinoamericana, que vamos logrando con la Embajada de Ecuador a propósito del Bicentenario. Es un acontecimiento tener una obra como la de Rosero que nos remite a una tradición plástica importantísima en Ecuador, que viene desde la Escuela Quiteña”.
El 2009 ha sido un año próspero para la presentación del arte ecuatoriano en Buenos Aires. La obra de Oswaldo Guayasamín y Luigi Stornaiolo; la presencia de los escritores Raúl Pérez Torres, Abdón Ubidia y Francisco Proaño Arandi, y un futuro encuentro de historiadores, han marcado esta intensa agenda.
El embajador Wellington Sandoval lo comprende así: “Somos muy afines, pero lo importante en este año ha sido una identificación en lo artístico y cultural. Buenos Aires es una ciudad importante, pero nosotros también tenemos una buena producción”.
La obra de Rosero se orienta hacia esa complejidad de lo urbano. Su serie Clips, por ejemplo: “Trabajo con ese elemento tan pequeño que está en todos los hogares y en todas las oficinas. En Ciudad Anudada expreso el crecimiento desmesurado y caótico de las ciudades que nos estrechan la libertad”. También, en la serie Nudos embriagados, Rosero aborda el aislamiento y la soledad.
Hasta fin de este mes, el pintor ecuatoriano Carlos Rosero mantendrá abierta su ‘Valija de Viajero’ en Buenos Aires. Así se llama su exposición que se está exhibiendo en el Centro Cultural de la Cooperación, uno de los más importantes de la av. Corrientes.
Quizá no haya mejor nombre para una exposición que el de viajero. “Siempre se prefieren exposiciones temáticas -explica el autor-, pero esta vez dije que no, ya que, al tratarse de un viaje, mejor armo una con calcetines, camisas, y todo lo que uno necesita”.
Por eso, esta exposición es una suma de series, como Clips, su último trabajo, Nudos embriagados, Ciudad anudada, pero también cuadros sueltos. “Es que se trata de ser viajero de la cultura por Latinoamérica, porque siempre me pregunto, ¿qué pasó con el arte ecuatoriano en Argentina, pero también qué pasó con el arte argentino en Ecuador?”.
La integración es lo que interesa mucho a Juano Villafañe, director artístico del Centro Cultural. “Esta posibilidad brinda el debate de la integración latinoamericana, que vamos logrando con la Embajada de Ecuador a propósito del Bicentenario. Es un acontecimiento tener una obra como la de Rosero que nos remite a una tradición plástica importantísima en Ecuador, que viene desde la Escuela Quiteña”.
El 2009 ha sido un año próspero para la presentación del arte ecuatoriano en Buenos Aires. La obra de Oswaldo Guayasamín y Luigi Stornaiolo; la presencia de los escritores Raúl Pérez Torres, Abdón Ubidia y Francisco Proaño Arandi, y un futuro encuentro de historiadores, han marcado esta intensa agenda.
El embajador Wellington Sandoval lo comprende así: “Somos muy afines, pero lo importante en este año ha sido una identificación en lo artístico y cultural. Buenos Aires es una ciudad importante, pero nosotros también tenemos una buena producción”.
La obra de Rosero se orienta hacia esa complejidad de lo urbano. Su serie Clips, por ejemplo: “Trabajo con ese elemento tan pequeño que está en todos los hogares y en todas las oficinas. En Ciudad Anudada expreso el crecimiento desmesurado y caótico de las ciudades que nos estrechan la libertad”. También, en la serie Nudos embriagados, Rosero aborda el aislamiento y la soledad.
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